Mayo
2014
Hennry
Hech se acuesta sobre el dolor
donde nada crece
y habita el silencio.
Mira
lo que parece el cielo
entre
las grietas del aire.
Soy
un cronista de este jardín sin flores
y odio
aquello que languidece y se pierde.
No me gustaran las agonías de los días claros
y Hennry Hech se ha echado sobre el cuerpo
el
peso fatal de la existencia.
Se lo
ha llevado todo,
el hastío inmenso que ahueca el estómago
en
esos sismos que nadie siente.
Siempre
que algo sorprende
algo
se pierde
mostrando las orillas
la
arena sedienta
el
agua que lacera.
El
mundo es ceniza
llovizna
vacío de gritos que se pierden y ocultan.
Hennry Hech y la existencia:
tuvo
tiempo de conocer el golpe
la
disciplina del rey
los
rincones del castigo.
También
cambió los libros de cuentos
por un pedazo de tierra extranjera
en el exilio
-un exilio de niños
de juguetes y guardapolvos
de olores,
rutinas y viajes-
sin conocer su país.
Lo
sorprendió el abuso de los mayores
la
vergüenza
y más
aún lo sorprendió el estigma
y el
olvido
la
pena y la distancia.
Hennry
Hech
sintió
las espinas
y las
heridas de la muerte
cuando
su piel aún brillaba.
II
Qué
digo cuando digo la tristeza
de
los ojos clausurados al tiempo,
de
las manos dormidas sobre el vientre.
Qué
digo cuando digo la tristeza
de
esta lista que se borra
de
ese teléfono sin sonido
de
esa voz
diluida
entre otras voces
¿qué
digo cuando digo la tristeza?
de
los ojos que se llueven en la ausencia.
III
A Hennry
Hech le propongo este viaje
el
último recorrido de un cuerpo joven y fresco
sobre
los escombros de esta ciudad
que se
cree despierta.
Sobre
esta ciudad de números
de
escasas preguntas
de
esquivas miradas
de
pocos desafíos.
Le
propongo un recuerdo,
una
estancia que apacigüe su ira
su enorme
tristeza.
Yo he
visto la sonrisa
vestirse
de sombras,
he
mirado los ojos de toda la vergüenza
sobre
el plato de una mesa
al
lado de otra que permanece vacía.
He
escuchado las voces de los sicarios
cuando
han sido electos gobernadores
presidentes
o diputados,
y
soñado con todas las traiciones
de
las que son capaces los hombres
cuando
la religión les presta su silencio
y el
misterio los encubre.
Me ha
dolido y me duele el niño
a
quien el ángel ha abandonado,
y el
hombre ha condenado.
Me ha
dolido y me duele
el
pie descalzo
el
consumo propuesto
el
despojo
y la
marca de ropa del ganado.
Hennry
Hech se ríe.
El ya
está fuera del mundo.
El ya
no pertenece a esto.
No
intento que comprenda.
Los
senderos no tienen una sola dirección
el
aire no sopla en un solo sentido
y las
aguas que van suelen venir.
En
definitiva los opuestos
se
lanzan sobre el río
el mismo y el otro
y el
aire en los cuerpos
los
árboles
y las
flores.
Algunos
saben
la
mayoría olvida.
IV
Hennry Hech se entristece,
yo
veo sus ojos claros
percibo
su vos
y le
digo que el futuro no existe
que todo
Es mientras somos
y que
nadie puede adivinar el siguiente segundo
ni
predecir o conjeturar
el
color del próximo horizonte
ni el
tiempo de la madrugada
ni el
vuelo de los pájaros
y que
él simplemente a tenido prisa.
Somos
mientras existimos
y la
vida siempre se puede apagar
como
se apaga una lámpara.
“Sé que te has ido,
que has decidido apagar tu
luz
y de ese modo has cruzado
una daga al destino
y a nosotros herido,
pero tu decisión por
dolorosa que haya sido
ha sido tuya
y no puedo no aceptarla
tampoco compartirla”.
Hennry
Hech
se
sienta sobre el río para ser el río
para
escuchar su voz
para
percibir su ritmo
para
ahogar su pena.
Desde
esta orilla lo llamo
y lo
abrazo
desde
esa orilla lo pienso.
Hay
perfumes ajenos a este mundo
corazones
demasiado frágiles
heridas
demasiado profundas
indiferencias
que matan.
Camino
con Hennry Hech.
La
calle se parece demasiado a nuestras calles
en
ellas la gente cree siempre en el mañana
y olvida
el presente.
Para
ellos,
la
justicia será mañana
la
alegría
el
abrazo
y las
decisiones serán mañana
la
VIDA misma
será
mañana.
Las
nubes son bajas,
en
todas las orillas esta orilla
acuosa,
vegetal
se
eleva sobre la superficie con el vapor
sulfuroso
de la existencia.
Un
hombre es siempre una salida
una
suerte de enigma capaz de hablar
antiguas
voces,
un
viejo faro en un mar de náufragos.
No es
cierto que los demonios
se
escondan en los desvanes
o
bajo las superficie donde descansan los cuerpos
los
demonios viven en countrys
se
alojan en hoteles de lujo
en
las legislaturas
en
las gobernaciones.
Se
parecen a los conductores del tiempo
invaden
los hogares
se
meten en las conversaciones.
Los
demonios hablan en discursos
se
visten de generales y de curas
de
empresarios y policías.
Hennry
Hech lo sabe
y ya
no le importa,
sus
huellas apenas maduran en el polvo
se
diluyen con la brisa,
su
mirada queda entre las cosas
preguntando
por su nombre
y yo
como otros lo veo dormirse
entre
los escombros que deja la historia.
V
Un
pájaro
Me
dice que Henry no es responsable de nada
ni
del aire
ni
las flores
tampoco
de los retratos de la sangre
sobre
una costa de refugiados
o de
la violencia de un hombre
contra
otro hombre
por
un par de billetes manchados.
Un
pájaro me dice
que
Hennry Hech no ha fracaso nunca
y que
el destino cierto
es
aquel que nos condena a
olvidarnos de lo próximo
a
temerle a lo distinto
a
borrar las huellas de los ancianos
o
segregarlos en cárceles.
Me
dice además
que
los niños ataviados por las drogas
no
saben que fueron poseídos
por
el mundo para matar el mundo
y que
los besos han nacido para olvidarse.
Hennry Hech sabe que no es responsable
de
los muros que separan barrios
territorios
casas
colegios
y plazas.
Tampoco
lo es de los cientos de niños que nacen
en
las riberas del hambre
al
costado de la pobreza
sobre
el centro barrial
de
los basurales.
Y que
los traficantes y pedófilos
viven
a la sombra generosa
del
mundo que los apaña
y que
los cuida.
Hennry Hech sabe que no es responsable
de la
palabra vacía
o de
la noticia construida.
Del
miedo que se vende en los programas
de
aquellos que ofrecen a la mujer
como
una taza
como
un florero
como
una escoba
sin
derechos
sin
voz
y sin
futuro
bailando
por una sueño.
Hennry Hech sabe que la política no es
aquello
que soñara
y que
los cargos eternos
son
para los que se acostumbran a los negocios
a la
mentira.
Aquellos
que repiten una y otra vez
cambiando
de traje
de
orilla
y
peluquero
Hennry Hech sabe que no es responsable de los accidentes
de
autos con tableros de 350 Kms
hechos
para circular en rutas
con
máximas de 130.
Vaya
paradoja piensa
la
hipocresía
confunde
el placer con el asesinato.
Hennry Hech sabe que no responsable
y sin
embargo se siente culpable
solitario
y triste.
En su
cielo una nube
interrumpe
esta cascada
son
formas que aquietan.
Persistencias
del aire.
Vapores
de otros recuerdos.
Una
nube en el cielo de Hennry
es un
pequeño descanso
ante
la profunda luz que lo rodea
debo
dejarlo ir
acompañarlo lo suficiente
otorgarle este lugar en el recuerdo.
La
batalla sigue
hasta
alcanzar a nombrar el mundo
desde
la palabra vida.
Hasta entonces lidiaremos siempre
con
la vergüenza de lo visto.
Hennry Hech lo sabe
solo
estaba cansado.
Gonzalo Vaca Narvaja
Gonzalo Vaca Narvaja