Vaya encrucijada y viaje sin retorno. No hay
equivocación, tampoco ignorancia. A veces se corre hacia el abismo como única
meta hacia algo distinto a sabiendas del vacío y la caída. Nihilismo básico.
Sin retorno.
Como un salto de fe, en este caso hacia una muerte
súbita, instantánea y definitiva. Hemos dejado de creer cuando nos han mentido
sistemáticamente. Cuando han primado los egoísmos por sobre lo colectivo, la
falta coraje y lo que es peor, la no creencia y convicción de una sociedad
mejor, esto ha pasado y pasa con los dirigentes que están atados a su sillón de
egos, a la proximidad del poder y la permanencia. Los gobiernos tibios terminan
en el olvido y este gobierno (el actual) no ha podido sostener otro mensaje que
no sea la ambigüedad, en este escenario han dado a luz a la encarnación más
oscura de sus propios rostros y lo han acunado y mecido en su propia necedad.
Lo que prima es el cansancio, el hastío de las palabras
que han ido perdiendo su peso hasta diluirse (¿licuarse?) en la vida cotidiana.
La locura se ha delineado en el horizonte, ha tomado su carnadura en la
sociedad y en la gente, se ha conformado en rostro y en nombre sin que los
dirigentes políticos, sociales y sindicales lo perciban y aún hoy lo
reflexionen, porque siempre “la culpa es del otro”.
No hay camisa de fuerza que contenga un mundo violento
plagado de pequeños fascistas a los que poco le importa el otro.
Calculo que se tratará de pensar el mundo desde otra
lógica, desde otro tiempo con otros cuerpos con la solidaridad en la piel y el
abrazo ante lo que podría venir.
G.V.N