jueves, 9 de junio de 2016

Reflexiones desencadenadas



Un intento de comprensión
Junio 2016
Gonzalo Vaca Narvaja

Ya lleva varios meses. Su histórico triunfo ha modificado la estructura política argentina. La UCR, aliada del macrismo, comienza su descenso a los cimientos de piedra y adobe para reemplazarlo por viguetas secas, material moldeable y plástico. El Peronismo ha dejado su tradición colectivista, siempre dentro de un capitalismo moderado y humano, si cabe el despropósito de unir capital con humano, por otra cercana a los mercados y al dinero.
El sindicalismo vuelve a mostrar su clara inclinación hacia el poder en perjuicio de los trabajadores a quienes tiene sujeto por la tradición y las estructuras burocráticas, y se sumerge en el silencio mientras uno a uno los derechos y el sueldo son sistemáticamente saqueados.
Ambos partidos tradicionales (PJ – UCR) se van diluyendo por la extraña y original legitimidad de la derecha oligárquico financiera que fuera electa por la mitad más uno y los votantes de izquierda. Nada más original y único que el triunfo por primera vez de aquellos sectores que otrora llegaban al poder vía sangrientos golpes militares y que hoy gozan de los beneficios que establece la democracia.
La desigualdad,  la injusticia y  la inequidad económica y política también ganan elecciones, compitiendo con regímenes caracterizados como populistas que integran lo social con un rol participativo del estado.
Pero a la hora del voto, el pueblo puede votar lo otro, y de esa forma modificar la estructura política de un país y de una región.
Las reglas de la democracia son éstas.
Aquí no hubo engaños. La plataforma del PRO-UCR fue desde un inicio clara e inequívoca. Por primera vez podrían desplegar sus estrategias sin estar ocultos detrás de un gobierno de otro partido, como lo hicieron en las sucesivas administraciones anteriores de la UCR de Alfonsín, el peronismo de Menen, la alianza de De La Rua, el peronismo de Duhalde, o el peronismo de Néstor Kirchner. Por primera vez ellos poseen su identidad moderna y los viejos principios liberales son los que gobiernan legitimados por el pueblo.
El pueblo también puede elegir a las patronales, los monopolios y al ideal capitalista más profundo. Lo curioso en estas circunstancias es el que la Iglesia, históricamente más próxima a estos protagonistas, se inclina con preocupación por el hombre, realizando críticas al modo de vida propuesto por el capitalismo.
El Papa es Argentino, no obstante es criticado por sus apreciaciones contra la inhumanidad del sistema capitalista. Los que conocemos el evangelio, sabemos que el Papa Francisco lo único que ha hecho es intentar acercar al hombre a una espiritualidad perdida. En la doctrina cristiana se defiende al pobre por sobre los poderosos, al amor por sobre el odio, a la inclusión por sobre la discriminación, valores éstos absolutamente distantes de todos los modelos neo liberales.
De un modo u otro el triunfo de Macri ha corrido el velo con que mirábamos la realidad.
Al haber sido elegida la alianza derechista UCR-PRO, el pensamiento y las concepciones de los sectores que hablaban permanentemente acerca del proyecto Nacional y Popular quedaron cuestionados. Más aún, paralizados. Los 12 años de gobierno nacional y Popular no bastaron para asentar un modo de acceder a la realidad que fuera suficiente. La falta de construcción política del kirchnerismo existió tanto la ausencia de una mística propia. De una manera u otra, la incapacidad de salir del personalismo y el caudillaje regresaba de la historia para condenar el futuro de los más vulnerados, cuando éstos se fueran del poder.
Las políticas de ajuste llamadas “siceramientos” han ido velozmente a horadar los ingresos, precarizar el trabajo y someter mediante el miedo a los sectores trabajadores y de menores recursos. Cuando uno de los ahora funcionarios hablaba de cambiar la “matriz” económica se refería justamente a lo que acontece en Argentina.
En otros tiempos cualquiera de las medidas adoptadas hubiera significado la resistencia de la población con paros y marchas y la caída de algún ministro, amén de la vuelta atrás de todo lo dispuesto por el gobierno. Hoy eso no sucede.
La supuesta corrupción del gobierno anterior es juzgada de manera vertiginosa por una justicia hasta hace poco lenta. Es bueno recordar que varios casos emblemáticos fueron desestimados por la mora en su resolución y otros, duermen el sueño de los inocentes ya que involucran a sectores mediáticos poderosos. Sin embargo ahora se juzga rápido y la propia investigación en tiempo real es acompañada por un reality capaz de mantener la misma noticia por meses sin demasiados agregados, lo cual evita llenar los espacios – que quedarán ausentes – con otras noticias, como la corrupción del gobierno actual, la transferencia millonaria a los que más tienen y tuvieron, la inseguridad brutal – fuera de pantallas-, el hambre de los sectores vulnerables, la pérdida del poder adquisitivo del salario, la militarización de pueblos del interior, la pérdida de derechos de los trabajadores y las mentiras de los medios, capaces de crear información de acuerdo a sus intereses. Esta somera enumeración, recuerda las prácticas políticas en épocas de la dictadura cívico militar del 76. Pero no, están dadas en la actualidad y es en esta actualidad que han sido apoyadas por la gente, los partidos políticos tradicionales y la izquierda que llamó al voto en blanco, varias de las centrales obreras y muchos sectores del espectro político.
Hay que convenir que la segunda etapa del gobierno Kirchnerista no pudo sortear los obstáculos propios y de esa manera se amesetó. Pero ese amesetamiento no provino de circunstancias externas sino de sus propios límites ideológicos.

¿Cuáles serían esos límites ideológicos?
En primer lugar aquellos que provienen de su propia historia.
No fueron capaces de ir más allá de la discursividad policía que les proporcionaba el llamado Proyecto Nacional, que en definitiva nunca terminó por desarrollarse menos aún de profundizarse.
Las propias contradicciones a que lo llevaron las internas debido al sometimiento jerárquico propio y a la poca discusión interna dentro de los sectores afines.
La inclinación a llenar espacios con políticos de dudosos orígenes y pésimos desempeños.
No haber estado atentos a la mirada del otro a partir de un mal diagnóstico de la realidad.

Nace un gobierno anti-popular elegido por el pueblo

Nada más paradójico que el origen del gobierno de Cambiemos. Ni más inquietante. Sin embargo esta elección se ha venido dando desde hace muchos años. Existen radios definidas como populares cuyo discurso principal atenta contra lo popular, programas televisivos que cosifican y degradan a la mujer en tiempo que la sociedad defiende a la mujer a partir de los femicidios, mientras ese programa y otros sostienen su raiting y lo amplían. Es decir, el carácter contradictorio es parte del desarrollo de la sociedad y no se siente por ello cuestionada, escindida, o disociada. El propio Papa define una postura católica distanciada del capitalismo y no es tenido en cuenta, o escuchado por sus propios seguidores.
La política argentina en sus expresiones tradicionales marca el ritmo normal. Políticos que fluctúan entre un partido u otro. Oficialismos que aceptan y defienden políticas indefendibles y una oposición que critica todo, hasta que esa ecuación se invierta y suceda lo contrario, defendiendo lo que antes se cuestionaba. En ese contexto carente de coherencia no es de asombrar ciertos resultados electorales incuestionables y una sociedad capaz de vivir en la más absoluta hipocresía.
Lo más lamentable de este “cambalache” es que las discusiones se han ido alejando de su esencia primaria que nos ubicaría acerca de la mirada de cada uno de nosotros sobre el mundo que queremos y el rol del ser humano en él.
Lo que parece como elemento de discusión no lo es y lo que debería discutirse se ignora.
La nueva “matriz” argentina reconoce una sociedad darwiniana, en donde solo sobrevivirá el más apto, el que está próximo al poder, o el que es amigo o pariente de ese poder que deja en el mercado la regulación final de todo desarrollo.
No se cuestiona la existencia de la pobreza, su génesis de desigualdades históricas o las responsabilidades políticas, sino que se la intentará reducir a un perímetro designado y custodiado. No se cuestiona ni se piensa la educación desde un contexto social y político, sino que se la ve como un espacio de competencias para los más aptos. De esta manera se comprende el desprecio “objetivo” hacia quienes pensaron alguna vez que podía existir la llamada movilidad social, que hacía que un chico nacido de un hogar pobre pudiera llegar a estudios universitarios. Para el Pro-UCR nada más alejado de la realidad. No existe movilidad social posible.
Uno de los deseos de este “cambio” es modificar la existencia de los llamados movimientos sociales y populares por lugares de beneficencia capaces de llevar alimentos a quienes de otra manera no los conseguirían. Del mismo modo el concepto urbano de coexistencia social, se basará en la militarización de ciertos barrios y espacios, buscando de ese modo no solo cortar la libertad de circulación, sino además controlar y restringir la amplia oferta delictiva que se irá incrementando.
No está demás pensar en la vulnerabilidad de todo lo construido alrededor de los juicios por la memoria, verdad y justicia. En ese sentido se ve con claridad que vienen operando para dejar sin presupuesto a las áreas claves que necesitan de acciones concretas para la recuperación de nietos restituidos, tanto como la instalación nuevamente de la teoría de los dos demonios, aunque esa teoría sea casi imposible de restaurar dados los aportes existentes derivados de la reconstrucción histórica concreta y objetiva realizada gracias a los juicios de Lesa Humanidad.
Sin embargo siempre estaría presente la opción, ya planteada por el ex presidente Duhualde de realizar un plebiscito.
La gente también podría votar el olvido, tanto como votar a su verdugo, aunque suene cruel. El poder significante de los medios pueden inclinar y mostrar otra realidad como lo hicieron en las épocas del proceso y como lo hacen en la actualidad sobre el gobierno de la UCR-Pro, en la que invisibilizan la protesta social y las consecuencias de los ajustes, o de las transferencias millonarias hacia los sectores que más tienen.  

Responsabilidad mediática de un grieta

Antes de que la actual alianza PRO-UCR ganara legítimamente las elecciones la sociedad argentina se encontraba polarizada. Por una lado aquellos que defendían ciegamente los logros del gobierno kirchnerista y los que consideraban a ese gobierno como autoritario y nocivo para el desarrollo. La cruzada por la corrupción y la ineficacia del poder judicial allanaron el camino para desarrollar la idea de que mientras estuvieran en el poder la justicia no les  llegaría nunca. Obviamente se olvidaban de que aún en el gobierno Kirchnerista, fue juzgada la ministra de economía, el ex ministro de transporte, y que se sustanciaba la investigación acerca del vicepresidente Boudu.
No obstante, para el gran público seguidor del grupo económico Clarín, los Panama Papers no fueron más que travesuras, como también travesuras las responsabilidades en la tragedia de la fiesta electrónica, o el papelón del denominado blanqueo; todas medidas que esconden en sí mismas mayores favores a todos los que desde siempre se acostumbraron a esconder sus negocios sucios.
Pero ¿porqué no pesa la corrupción macrista a seis meses de asumido y sí cuenta la corrupción Kirchnerista anterior? Cuando uno convida a su mesa al verdugo no le queda más que intentar esconder su elección. Si aquel que lo votó entendiera que su voto le trajo la muerte, la exclusión, el sentido de su vida se volvería un infierno, ya que él fue quien no quiso investigar, informarse de otro modo, o conversar con su vecino. De allí en más esa situación será la que desencadenará una serie de actitudes fundamentalistas y violentas hacia lo otro, como si ese otro – los adherentes del kirchnerismo- fuesen responsables de la política y la corrupción de algunos funcionarios. Pero lo que no se discute es la esencia de los cambios propuestos en el anterior gobierno, sus políticas de inclusión y de la existencia de un estado que regulaba las desproporciones del mercado.  En la actualidad nadie pone en duda que la estrategia de Macri – verdaderamente perversa- sea falsa. Por el contrario las medidas del verdugo son necesarias y auguran en la conciencia del oprimido la esperanza en el tiempo de una vida mejor.

La responsabilidad social del que elige

No existen más conclusiones que las de la realidad. En el escenario actual todas las estructuras y conceptos históricos han sido puestos en duda. De ahora en más, las reflexiones deberán buscar nuevas estrategias para enfrentar al modelo neo-liberal propuesto desde el gobierno. En ese sentido los trabajadores deberán pensar en sus representantes en la medida que ellos no cubran las expectativas que les exige la coyuntura actual, al igual que los representantes políticos si no son incapaces de defender y sostener conductas y coherencias imprescindibles.
La democracia que viene debe ser participativa, sin esa relación directa del pueblo, estaremos sujetos a los caprichos que entable el poder con nuestros representantes.
La construcción política debe ser atravesada de contenidos, discusiones y no producto de imágenes marketineras o de personajes sin convicciones con un pasado lamentable, o sin ejercicio de una plena autocrítica. La justicia deberá ser controlada y desarrollada para que juzgue conforme a derecho y no al poder económico de turno. Una reforma al interior de la misma es fundamental y necesaria.
Se vienen tiempos de represión. El actual modelo solo cierra con esa variante ya que está pensado para pocos. La actitud de aquellos que pretendemos una sociedad justa y soberana será la de mostrar que no solo se puede, sino que es imprescindible a la hora del revalorizar el contrato social y la dignidad humana.
Las elecciones que vienen deberán contar con un frente en el cual sea posible la visualización de un plan estratégico para todos los argentinos, con una política con mecanismos de control ciudadano y pleno compromiso, pero esa visualización no se dará si la misma no se encara con un ideal superior de una sociedad en la que valga la pena ser vivida por todos los que participan en ella y una mística afianzada en los valores de la solidaridad y la lucha.
 

Gonzalo Vaca Narvaja

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