Cuando se pierde el amor nada queda. Son palabras las que intentan
mantener reunido lo fragmentado. Funciona de esa manera. Se desconoce a quién
ha convivido durante meses o años. Es un otro desconocido, distinto, y las más
de las veces aborrecido. También los recuerdos, al menos en el primer tiempo,
se diluyen. Y se dice que el amor no existe y que es fruto de una debilidad y
de un engaño.
En la política, como en la economía, cuando se pierde el amor, se deja
de creer en el otro y se vuelve distante, necesitado y pobre.
Cuando se pierde el amor se pierde el mundo. Su magia y su potencia. Y
se deambula por la tierra sin otro motivo que el propio y sin otro pensamiento que
el inútil.
Cuando se pierda el amor definitivamente, dejaremos de ser lo que
somos y no podrá sobrevivir la razón pura a la profunda tristeza de lo perdido.
En mi país existe un presidente que no ama y aunque diga una y otra
vez yo sé que a sus palabras le falta algo tan simple como el amor.
No hay amor en quienes lo acompañan, ni en aquellos que lo cubren.
Tampoco en la oposición, porque tampoco aman. Ni en los sindicalistas, ni en
los empresarios, ni en los propietarios de la riqueza de la tierra, ni en los
periodistas, súbditos de las empresas, porque tampoco aman.
Cuando se pierde el amor se pierde el mundo y todo da igual.
Gonzalo Vaca Narvaja
Gonzalo Vaca Narvaja
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