sábado, 9 de noviembre de 2019

Escrito después de la partida del Sergio Schmucler



sin metáforas

Mirá, me venís rompiendo las bolas hace tiempo.

Yo sé que en algún momento vendrás por mí
y tocarás la puerta irremediablemente.
Quizás te alojes dentro mío señalando los costados del dolor,
las viejas heridas de mi árbol genealógico
con nombres griegos o sefaradíes.
Quizás aparezcas detrás,
en un accidente,
en la calle,
o en el baile,
de susto
de ira
de amargura o de cansancio, no lo sé.
Pero estaré allí
cuando lo decidas.
Cuando me toque.
Me besarás
con tu beso gélido
y te daré una máscara
sin palabras, en silencio.
Quizás me cague, es verdad
y mis músculos se duerman, es preciso
y hasta tenga mal olor, perdón.
Lo sé.
Pero te llevarás mi cuerpo.
No los abrazos que he dado,
los besos que he entregado,
las caricias que no he ahorrado,
la rebeldía que he gritado,
el amor al pueblo.
Porque de eso se trata todo
de vivir a contra mano y corriente arriba.
Algunos llorarán por unos días
otros callaran
muchos no sabrán.
De eso se trata todo.
Ser de un modo y para siempre,
para todos
en este pequeño universo en el que habito.

Te estaré esperando.

No te será fácil.

No.

Te voy a mirar
y te devolveré el beso
que me diste cuando nací.
Porque de esto se trata todo
de ir, de llegar, de estar, y también de despedirse.
¡Pero la mierda que estoy contento!
Tanta vida para  tanto misterio.



Gonzalo Vaca Narvaja

No hay comentarios:

Publicar un comentario